miércoles, 23 de septiembre de 2009

De panes y harinas






La oración es nuestra medida intacta

Esta frase, escuchada en medio de un sueño, me hizo despertar esta madrugada. No lograba entenderla. ¿Quién mide? ¿Qué mide? ¿Para qué mide? ¿Y porqué la expresión “intacta”?


No tenía sentido, hasta que recordé un relato de la Torá: Elías llega a la casa de una viuda pobre en Sarepta, quien a pesar de que le queda sólo una medida de harina y aceite para su último pan, se lo ofrece al profeta. Y, por misericordia del que es el Protector de los Pobres, aquella viuda logra sobrevivir la sequía. Por más panes que preparara, la medida de harina permaneció intacta hasta que volvió a llover.

Nuestras vidas, sus diferentes aspectos (corporal, emocional, sentimental, intelectual, relacional, espiritual) requieren constantemente ser nutridas. Y a veces pareciera que la carestía y la escasez nos agobian. Aún en los tiempos en que no vivimos una época de sequía, nutrir nuestra vida requiere esfuerzo, dedicación y disciplina. Uno podría preguntarse como los amigos del hijo del carpintero: ¿cómo podríamos dar de comer a tantos?

Si. Me parece que hay algo de verdad en esto de ver a la oración como esa medida de harina que permanece intacta, para poder nutrir nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestras comunidades.

“Danos hoy el pan de este día… y que nunca nos falte la harina de nuestra oración y nuestra unión”




Fotos: La abogada con pies descalzos (Marce)
Texto: El descalzo con título de abogado (Ro)

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