viernes, 4 de septiembre de 2009

De flautas, cantos... y silencio


Cruzando frontera y sin pasaporte, me llega un correo con esta imagen. Las palabras y las lágrimas que le acompañan toman mi corazón por hogar, al discreto velo de mirada ajenas.

La fibra de nuestra más escondida intimidad, escribía hace algunos días. ¡Cuántos pueden confundirse ante nuestra imagen, ante el personaje que voluntaria o involuntariamente representamos para encajar y derribar muros! Pero esa fibra íntima...¿Quien la conoce? ¿Cómo abrir el corazón, sin que se nos rasgue? ¿Y  cuando se ve rasgada hasta sangrar estrellas, a quien se revelará para sanar? Ay!! ...porqué será que sólo nos conocemos en profundidad al atravezar el dolor?

Pero balbuceo, en busca de un consuelo que me está vedado brindarte. Siempre me ha frustrado que el mejor ejercicio de palabras, sea impotente ante el dolor que doliéndote-meduele.

Callo entonces, con reverencia casi sagrada.

P.D.
Solo de flauta
Nicolás Guillén

La flauta gemía
su melancolía.
La flauta decía:
no hay pena tan grande cual la pena mía.

La flauta gemía
su melancolía.
La flauta decía:
si lloro, mi llanto parece el estruendo de loca alegría...

La flauta gemía
su melancolía.
La flauta decía:
si canto, mi canto parece suspiro de cruel agonía...

La flauta gemía
su melancolía.
La flauta decía:
no hay pena tan grande cual la pena mía.

Yo soy cual la flauta que ritma con ritmo sonoro
su fino y sonoro quebranto:
si canto parece que lloro;
si lloro, parece que canto...

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