miércoles, 10 de agosto de 2011

Verdad que sería estupendo?

Hace algunos meses, en Twitter, invité a varios contactos a compartir un ejercicio. Cada viernes, cada quien contaría al menos tres situaciones, experiencias, lecturas, encuentros que le hubieran alimentado la esperanza en la semana. Sin discursos, sin retóricas (cada vez me cansan más los largos debates que se quedan únicamente en palabras y no se concretan en praxis solidarias). Sin rollos. Sólo experiencias vividas y esperanzas recreadas. 

El experimento duró tres semanas, pues ninguno de los contactos invitados aportó una sola vez. Sólo yo, durante tres semanas, fui compartiendo mis manjares, simples pero nutritivos. 

Esta noche, mientras escucho la lluvia fecundar mi alma, he traído de vuelta al corazón más de tres platillos que he disfrutado recientemente. 

El poder volver a compartir café, lágrimas y risas con Carmen, mi más querida amiga. Aunque nos mantuvimos pendientes uno de la otra y viceversa este año que estuve lejos, no es comparable a poder platicar, abrazar y carcajear (aunque la Real Academia no reconozca este verbo) en vivo y en directo. Como le decía anoche: "sabes que cuentas conmigo cada vez que necesites un comentario bobo que te haga reir".

Los reencuentros con compañeras y compañeros de luchas. Especialmente, el jueves pasado que me encontré con Silvia (de quien ya he escrito un par de veces). No me había reconocido, así que en broma le dije "claro, las de AVON ya ni se acuerdan de los amigos". Su reacción me conmovió: "LICENCIADO!!! Ya regresó a nosotras!!! Dios lo bendiga. Estábamos como huérfanas, nadie nos daba una orientación, nadie nos sabía aconsejar". ¿Acaso no es para estas mujeres y estos casos -huérfanos de justicia y solidaridad- para quienes tiene sentido el tiempo que dediqué en los estudios?

Pero entre todos los muchos motivos de esperanza, el que se lleva las palmas es un hermoso blog. Me ha posibilitado asomarme, indiscreto y maravillado, en el corazón de una mujer extraordinaria. Maestra de un cole en Madrid. Madre de dos peques. Mujer en búsqueda y de búsquedas. 

Confieso que he pasado más de un par de horas leyéndolo,  dejándome conmover y nutrir. Por más cansado que sea mi día, entro a leerle y se me aligera el alma. Vuelve a ser tan fácil recordar lo mejor de nuestra humanidad, con sus dudas, sus equivocaciones, sus aciertos, su lucidez, su compasión y vitalidad.


Y mientras traía esta conciencia al corazón, y le imaginaba con sus ratones y ardillas, me acordé de esta canción. Siempre me gustó, así que con sus notas y esperanzas me retiro a dormir esta noche; preparándome a otros tres días intensos de trabajo, de intentar encontrar caminos y soluciones para nuevos familiares (todo hombre y toda mujer es mi familiar, no es cierto?) que buscan justicia y dignidad. 

Pensé entonces que quizá también tú hermana, tú hermano, quieras recordar que hay razones para la esperanza; que vale la pena intentar que sea realidad esta canción... que en verdad que sería estupendo