miércoles, 17 de febrero de 2010

Miércoles sin ceniza

Para los católicos, hoy es el día marcado como Miércoles de Ceniza; día de ayuno y penitencia. Se acude al templo y en el mejor de los casos -o en el menos malo, asegún se mire- se vive con auténtica sinceridad y profundidad el dolor por el pecado y la intención de enmienda. Como expresión simbólica, se recibe ceniza sobre la cabeza.

Pero ah, naturaleza humana: lo que inició como un símbolo de humillación, dolor y vergüenza se ha convertido en símbolo de identidad, de orgullo y de arrogancia. Al grado de que en ciertos ambientes, no sólo se imponen grandes cruces de ceniza a media frente de manera que todo mundo las vea, sino que son notables las miradas de reprobación a tu alrededor por no llevar la tuya. ¿Todavía no has ido a la ceniza?

No puedo dejar de recordar hoy un texto atibuído a Isaías, que en mi opinión debería leerse siempre en miércoles de ceniza:
¿Acaso es ése el ayuno que yo quiero para el día en que el hombre hace penitencia? Doblar la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso llamáis ayuno, día agradable al Señor?
El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, desatar las coyundas de los yugos, dejar libres a los oprimidos, romper todas las cadenas; partir tu pan con el que tiene hambre, dar hospedaje a los pobres que no tienen techo; cuando veas a alguien desnudo, cúbrelo, y no desprecies a tu semejante

Y al recordarme de este texto, me recuerdo cómo lo conocí: era 1992 y me llegó como dedicatoria de una tarjeta postal desde Comitán, Chiapas. Yo estaba en el primer año de la carrera de Derecho. Y quiero creer -espero- que desde entonces no he traicionado ni el ideal ni la amistad implicados en tal postal.

Vuelvo sobre el texto, tan simple, tan laico, tan sensato...  y tan ignorado.

¿No sería genial que la cuaresma fuera el compromiso de al menos 40 días al año comprometerse a hacer algo contra alguna injusticia? ¿Liberar oprimidos? ¿Tomar acciones concretas para remediar el hambre a nuestro alrededor? ¿No sería genial que al menos durante cuarenta días, no sólo nos quejáramos de lo mal que va nuestro país, nuestro mundo, sino que nos sumáramos a quienes intentan que sea no sólo diferente sino mejor? ¿O qué tal que cada año emprendiéramos una campaña de cuarenta días para hacer acciones colectivas a favor de una causa justa concreta - decidiendo la causa democráticamente cada año?

¡¡¡Ah, cómo me encantaría ver ayunar -ahora sí que literalmente cómo Dios manda jaja- a mis amigas y amigos católicos  y a la Iglesia Católica como un todo de este modo!!! Más aún... ni por un segundo dudaría en unirme y ayunar juntos y juntas de esta manera.

Miro con detenimiento. Miro por ejemplo a la gente linda de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base; miro a la gente que participa frecuentemente en el portal ATRIO (al grado que se puede decir que hay una comunidad atriera); miro mi lista de contactos de correo electrónico y mis lista de amistades de Facebook. Y no veo sino a gente que todo el año vive como propone Isaías. Algunos desde convicciones de fe; otros muchos desde sus convicciones agnósticas y ateas. Pero en cualquier caso luchando, caminando, amando, compartiendo; que es lo que importa.

En fin, ya me estoy espantando de la reaparición de Rodrigo el que lee la Biblia jajajaja. Así que sólo terminaré deseando a mis amigos y amigas que conservan la práctica del Miércoles de Ceniza, que la hayan vivido plenamente; y que sin renuniciar a sus prácticas acostumbradas, se animen a agregar la orientación de Isaías sobre el ayuno. ¿Quién sabe? Quizá hasta se cumpla lo que promete el bueno de Isaías: Entonces clamarás al Señor y él te responderá, gritarás y él te dirá: «Aquí estoy».

lunes, 1 de febrero de 2010

De Cartas y Descartes

Como en el poker, la cosa es aprender cuando retirar la mano, cuando vale la pena perseverar para ver lo que hay después del river (pun intended) y cuando hay que tener los suficientes tamaños para lanzarse all-in


No lo niego; más de una vez he sabido construir una buena escalera, y recuerdo haber tenido full house. No lo niego; he visto también como mis fichas mermaban imparablemente, hasta volverse casi ridículas…tan sólo para reconstruir pacientemente mi stack

Hoy cambio de baraja, y busco nuevas mesas. Observo, mientras trato de conservar intacto mi bolsillo izquierdo

Y como cualquier buen jugador, estoy consciente de que quizá las cartas las reparta el croupier, pero el único responsable de elegir mis apuestas soy yo.