viernes, 10 de enero de 2014

De manteles largos


Para K, 
y para quienes hemos de caminar con un nuestro agujero;
confiando en que veremos el día que termine el frío

Érase dos veces un fino mantel bordado con hilos de muy diversos colores que, entrelazándose, formaban la historia de los dioses primeros, los que nacieron al mundo. Pero debido a la mucha historia que había vivido, un su agujero se le deshiló en una orilla, que era su centro.

Y esto fue lo que sucedió con aquél mantel:
En el desayuno llegó un niño y se dijo: ¡Qué alegría, qué vitalidad! Pero no vió más allá del colorido de la tela, así que se sentó a la mesa y se concentró en su alimento.
A la hora de la comida llegó una tejedora y se dijo: ¡Qué lástima, tan buena tela y haberse estropeado! Y es que no vió más allá del deshilado, así que se sentó a la mesa y se concentró en su alimento.
Llegó a la cena un jóven universitario y se dijo: ¡Qué sabiduría y belleza forman estos hilos, todos deberíamos aprender de este mantel! Pero no quiso ver la zona deshilada; así que se sentó a la mesa, ocultó el agujero con el plato, y se concentró en su alimento.

Pasó el tiempo, hasta que una fría mañana pasó por ahí un juglar y se encontró con el mantel. Se maravilló al ver tanta Vida en sus hilos, que le recordaban los bosques, desiertos y lagos que había recorrido; escuchó la historia de los dioses primeros, asombrándose de la belleza y sabiduría de quien la contaba; y observó con una ternura hasta las lágrimas aquella zona deshilada. La tocó suavemente y sabiendo que no podía repararle, pues poco sabe de bordar quien se dedica a los caminos, puso un delicado beso en aquella herida.

Y sucedió que entonces mantel y juglar se dieron cuenta del mucho frío que hay en el mundo; así que aquel trovador no se sentó a la mesa, sino que abrazó al mantel (que se convirtió en capa), lo enrrolló alrededor suyo cual abrazo y partieron en busca de nuevos caminos. Y tanto se caminaron abrazados que un día los hilos se convirtieron en venas y no hubo más dos telas, sino una piel sin frío.

Todavía hoy, los más viejos entre los viejos, recuerdan a un hombre que en su pecho contaba la historia de los dioses primeros, los que nacieron el mundo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quien es ese juglar, y dónde está?

Rodrigo Olvera dijo...

Cuando esta hisotria fue escrita (1999), ese juglar era un zapatista que estudiaba leyes en la universidad (tamaña contradicción ¿no? jajaja)

Cuando esta historia fue publicada en este blog, era es parte de uno mismo /una misma que ni las peores condiciones de los caminos pueden domesticar; ese canto interior que nos mantiene en "la caminhada".

Y cuando esta historia es leída, ese juglar es lo que ese juglar sea para quien le lee.

Dónde está? Ah, pues dice Delgadillo que
"La última vez que le vieron
no iba solo, encabezaba
una cuadrilla de truhanes
que iban rumbo a las montañas"
http://www.youtube.com/watch?v=4mH4X0E1iTQ

Gracias por pasar por acá, y NOS SEGUIMOS ENCONTRANDO EN LOS CAMINOS

Anónimo dijo...

Me vuelvo niña con tus cuentos, encarrilo mis pensamientos por los raíles de esta vida a veces sin sentido.

Rodrigo Olvera dijo...

Gracias por el comentario; que mejor piropo para un cuento que volver a la infancia. :)