miércoles, 9 de diciembre de 2009

De abrazos, vida y dioses

Despierto de madrugada, una vez más. Salima se las ingenia para escabullirse en mi cama, brinca a mi vientre y al final se acurruca entre mis piernas

Despierto de madugada, una vez más; con la palabra abrazo en la mente, fuego en el corazón y sonrisa en los labios

No se trata esta vez del abrazo solidario y cariñoso de las amistades; ese abrazo que tanto bien hace cuando uno llega cansado de una 'samblea jodida de 5 horas para aprobar seguir como andábamos. O la caricia al corazón de un chat transfronterizo mezcla de psicología, teología de la liberación y chistes de Pepito. Si, el abrazo de compartir una mirada pícara, una lágrima sincera, un coooño, joder! indignado, una foto de naturaleza más viva que muchos, y hasta un sencillo y cotidiano me duele la panza -bueno, hasta el abrazo que va anexo a un archivo de word con una interpretación del Yijing o las luces de Marsella. Todos estos compartires cariñosos, desde la vida y constructores de vida, me han llenado de luz y calor. Pero no son la causa de mi desvelo; no esta vez.

Tampoco es el abrazo profundo, entregado y vital de un amor que sea compañerismo, testimonio común del caminar de cada quien, mezcla de deseo y aventura  e impulso y revire- no desde el sino desde el nuestro andar. Y no es que niegue que me sea cada vez más necesario, y no nada más desde julio sino -en verdad - desde hace varios años. Pero tampoco fue lo que me despertó al alba esta vez.

Fue un abrazo más primario, primigenio digamos.
Un abrazo sin brazos
un aliento sin viento
un latir sin palpitar

Un recibir la vida por primera vez, otra vez

Alguno diría que fue el abrazo de Dios; otros que fue el abrazo de Gaia, o de la Vida. No faltará quien lo ajuste a la experiencia de Unidad con el Universo o el Todo. Ya entrados en especulaciones, se pueden suceder palabras como Retorno al origen, o No-dualidad.

Yo no sé cual sea la descripción adecuada
ni la etiqueta correcta
Ni me importa saber

Sólo me interesa que de madrugada despierto una vez más; con Salima en las piernas, la palabra abrazo en el corazón, sonrisa en la mente y fuego en los labios.

Y con cada una y uno de ustedes presentes en el deseo de que la vida, o dios, o el tao, o gaia, o el buda -o quien corresponda a sus creencias- les abrace hoy con el mismo cariño con que les abraza este intento de palabras.

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