sábado, 3 de septiembre de 2011

Un leguleyo que quisiera escribir tu primer verso

Sigo con ternura y preocupación las noticias que me llegan de España. La iniciativa de reforma constitucional para forzar al déficit casi-cero, los recortes al sector educativo, la violencia simbólica y física contra el movimiento de l*s indignad*s. 

No se trata de mi de-formación profesional (cuántas veces los debates que he tenido en los foros españoles terminan con un intento de insultarme con la expresión: leguleyo). O no sólo, pues.

Se trata de personas concretas, de vidas concretas. De historias y sueños que se siguen echando a la basura, por mantener el "gran juego" de l*s de arriba. De amigas y amigos a quienes he llegado a querer, aunque jamás nos hemos visto. Y miles a quienes no conozco, pero mantengo cerca de mi corazón por el sólo hecho de ser personas cuya vida y dignidad están bajo amenaza. 

Y pensando en ello, se me recordó el corazón este cuento que la comandancia del EZ nos contó a la sociedad mexicana durante la Marcha del Color de la Tierra:

Un grupo de jugadores se encuentra enfrascado en un importante juego de ajedrez de alta escuela. Un indígena se acerca, observa y pregunta que qué es lo que están jugando. Nadie le responde. El indígena se acerca al tablero y contempla la posición de las piezas, el rostro serio y ceñudo de los jugadores, la actitud expectante de quienes los rodean. Repite su pregunta. Alguno de los jugadores se toma la molestia de responder: "Es algo que no podrías entender, es un juego para gente importante y sabia". El indígena guarda silencio y continúa observando el tablero y los movimientos de los contrincantes. Después de un tiempo, aventura otra pregunta "¿Y para qué juegan si ya saben quién va a ganar?". El mismo jugador que le respondió antes le dice: "Nunca entenderás, esto es para especialistas, está fuera de tu alcance intelectual". El indígena no dice nada. Sigue mirando y se va. Al poco tiempo regresa trayendo algo consigo. Sin decir más se acerca a la mesa de juego y pone en medio del tablero una bota vieja y llena de lodo. Los jugadores se desconciertan y lo miran con enojo. El indígena sonríe maliciosamente mientras pregunta: "¿Jaque?"

Espero que las mejores mujeres y los mejores hombres de España no se olviden que todavía cuentan con sus botas llenas del lodo de la lucha por la libertad. Que se dejen de debates que se quedan en palabras, y le pongan jaque a esta agresión contra la vida de millones, disfrazada de ajedrez partidista de alta escuela.
Yo no pierdo mi fe y mi confianza en lo mejor de España: sus hombres y mujeres libres

Yo hoy me voy a dormir, cantando con Gabriel Celaya y Paco Ibañez: A LA CALLE QUE YA ES HORA!!!!!


Con un abrazo grande grande para Pili y Carmen L
que tanto iluminan mi esperanza vía electrónica




1 comentario:

Carmen dijo...

Un abrazo agradecido, compañero de viaje. Mañana en la manifestación (la primera de muchas) también gritaré en tu nombre.