jueves, 26 de julio de 2012

Cuidado

Tarde de jueves. Múltiples pendientes y preocupaciones. Y yo me doy una hora para meditar.

La meditación poco a poco va fluyendo hacia la importancia de hacerme (de hacerse) cargo del propio camino de felicidad. 

La respiración se acompasa. El cuerpo se asienta con solidez en el piso, en la banca de madera. Siento con claridad como los músculos faciales se relajan; pero es más que simple relajación: una sonrisa emerge con naturalidad. Disfruto.

Poco a poco una palabra va surgiendo en la mente: Cuidado

Mientras voy rumiando con calma "el palabro" que me va inundando, se me figura que las actividades de cuidado implican tres ámbitos de cobertura, o tres tiempos. Una primera es no causar daño: como principio mínimo el no dañar, no poner en riesgo ni lesionar. Cuidar también es sanar lo herido, lo dañado; un cuidado terapéutico (no meramente médico). Pero no sólo cuidamos cuando evitamos dañar o cuando atendemos a curar. Cuidado también implica nutrir, alimentar lo que permite fortalecerse, lo que permite crecer. 

Cuidado como evitar causar nuevo mal, curar el mal ya causado, y fomentar el bien.

El primer cuidado del que soy responsable es el cuidado de mí mismo. ¿De qué manera evito causarme daño, de qué manera curo mis heridas, de qué manera alimento mi crecimiento? Cuidado de mi cuerpo; cuidado de mi mente (¿qué pensamientos me hacen daño? ¿qué pensamientos necesito curar? ¿con qué pensamientos nutro  mi mente?); cuidado de mi alma, que implica por un lado las emociones y sentimientos, y por otro lado la voluntad y las decisiones (¿qué sentimientos alimento y qué sentimientos necesito curar? ¿cómo cuido mis emociones? ¿qué nivel de cuidado de mí mismo implico en mis tomas de decisiones?); cuidado de mi espíritu.

Soy reponsable del cuidado de mis relaciones íntimas. Las relaciones familiares, de amistad, de compañerismo. Pero también de las relaciones del día a día, de las esporádicas o superficiales, como el vecino en el transporte público. ¿Cuánto tiempo e intención dedico a cuidar mis relaciones? ¿Cómo evito dañarme a mí y a la otra persona EN la relación? y ¿cómo voy más allá de no dañar, y nutro el crecimiento mío y de la otra persona? ¿qué pensamientos, palabras, decisiones, emociones pongo en juego para que mis relaciones sean cuidadas y cuidadosas?

¿Qué responsabilidad asumo por los ámbitos más amplios de la realidad en que vivo? ¿mi comunidad, mi país, nuestra humanidad? ¿Qué acciones de cuidado aporto para no dañar, curar y  nutrir la realidad a la que pertenecemos como un todo? 

Conforme la meditación llega a su cierre natural, me quedo con el convencimiento que la felicidad pasa por el atento cuidado al desarrollo de nuestras responsabilidades de cuidar la vida: la nuestra que es la mía, la mía que es la nuestra. 

La felicidad como  el intencionado y lúcido intento renovado día a día por Cuidar y Honrar Vida

4 comentarios:

Carmen dijo...

"Practicar la sabiduría del cuidado". Ese fue el hilo conductor de mi semana de meditación del año pasado. Y tú lo has resumido estupendamente.En estos tiempos tan difíciles es imprescindible recuperar ese cuidado, a uno mismo, a los demás y al mundo. No queda otra.
Un abrazo.

Rodrigo Olvera dijo...

Todo un proceso educativo, no crees? Necesario, posible y ya en marcha.

Un gran abrazo

Anónimo dijo...

Hola Corazón, Voy a Mex. Llego el jueves por la tarde. Mi padre está enfermo. Me voy a despedir.
A ver si te veo. El cell que voy a tener es 714. 204.1714.

Anónimo dijo...

You are special to me. You are in my prayers. Remember that!