miércoles, 11 de enero de 2012

Florecer como un incendio

Dos días
       Dos proyectos
               Dos golpes contra la pared

No me termino de acostumbrar a los jueguitos estúpidos de los mundos en donde he decidido plantarme. Donde importa más "aparecer", aunque no se tenga nada que decir; donde se promueve al amigo o aliado bien recomendado, en vez de la persona competente y experimentada; donde vale más el saber relacionarse que el contar con proyectos sólidos.

¿Qué se le va a hacer? Nunca me ha gustado tomar crédito por mis iniciativas, ni asumir protagonismos. Mi estilo es del trabajo hormiga, entre la gente, en los movimientos de base. Lo que me importa es que los grupos avancen, que la vida real de las personas mejore. 

¿Pero que pasa cuando una buena idea se te arrebata para dársela a quien no tiene la capacidad para desarrollarla, tan sólo los contactos para apropiársela? Si al menos los proyectos se implementaran bien, no me pesaría. Pero confieso que me pesa ser desplazado, y me pesa mucho más que los proyectos naufraguen. 



Dos días
       Dos proyectos
              Dos puñaladas por la espalda

Verdaderamente, ser un activista/educador/defensor en los mundos sindicales es como plantar un árbol en medio de un desierto. Es un mundo muy árido, desprestigiado, derrotado. Hay escasez de recursos. Cuando la solidaridad y confianza mutua falla, no hay vida posible. Ni para las organizaciones, ni para los proyectos, ni para las personas.



Dos días
          Dos proyectos
                          Dos videos
0:20 am. Estoy en mi cama, rumiando aún estas dos nuevas derrotas. No quiero dormirme con su sabor en el alma. Entro a leer un blog amigo y me encuentro una nueva entrada, recién publicada. Me habla directamente. Y me recuerda volver a leer El Árbol Rojo, de Shaun Tan. Lo busco. Lo encuentro en Youtube (les invito a leerlo dando click aquí)

Coincidencia?, sincronicidad?, providencia?; sea lo que sea, justo este cuento me cae excelente para dormir tranquilo. No había mejores palabras que me pudieran decir esta noche. 

Y terminando de leer El Árbol Rojo, de inmediato me acordé de una canción de Víctor Jara sobre un árbol rojo plantado en medio del desierto atacameño. Es una canción que hacía muchos años no recordaba, y su misma letra me quedaba confusa en la memoria. El pimiento. La busco. La encuentro en Youtube (les invito a escucharla dando click aquí). 

Coincidencia? sincronicidad? conexiones neuronales? sea lo que sea, justo esta canción me recuerda que así es como yo decidí ser y actuar. "Nadie lo ve trabajar debajo el suelo/cuando busca noche y día su alimento". Y me recuerda que, en medio del desierto, vale bien la pena aguantar dos días, dos proyectos truncados... o cinco o diez; por que aún en medio de desierto, hay algunos días en que florezco como un incendio. 

Vale.
Salud, esperanzas y a seguir incendiando los desiertos